La lengua áspera
el vaso del verbo vacíoy la mirada perdida
buscando aquello que no sabes cómo llamar
aunque tal vez lo reconozcas al verlo.
Secos los ojos de tanto querer retener
observar desde cerca y lejos
desde dentro y fuera
sabiendo que estamos perdidos en el interior
que no hay luces ni pasos sobre el cielo
que somos furtivos ladrones de horas
en un mundo inexplicable
pretendiendo explicarlo.
Duele eso que nadie ha visto
el baile de las interrogantes
que locas patean en su danza
la presa de la sangre, reventándola
abalanzándose sobre el corazón
la catarata de posibles imposibles
que todo lo inunda.
Rugen los tambores al borde de la sien
dejando al pensamiento sordo y aturdido
enturbiándolo todo con el vaho
del "tal vez".
No hay respuestas
se van al aire las preguntas
se vacían globos flácidos y caen
frente a la inmovilidad.
Hace sol
un niño me mira y sonríe
chupando un caramelo.
Mi mirada va tras él
una lágrima rebelde
se escapa de mí, persiguiéndolo.
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