Me he dejado
las manecillas del reloj
en la mesilla de tu risa
y no sé
que hora tengo para
irme o volver.
No quiero,
no quiero saber
prefiero quedarme así
mirándote
alelada ante tus ojos
presa de tu belleza
levitando por mi suerte
que grita dentro de mi
“Me quiere,
esta mujer me quiere”
Como si acabase
de inventar la luz,
inventándola al abrir
tus ojos poniendo
estrellas en los míos.
Me he dejado
los latidos de mi corazón
junto al tuyo
y ahora veo
la mirada perpleja
de este pobre
que se ha quedado
sin sonido
mudo y sin ritmo
porque no sé latir
sin el son de tu latido.
No quiero saber
por donde se va
a la nada de tu ausencia
no quieras saber
por donde se va a la nada
de la mía.
Quédate quieta
ahí,
tras las cortinas
rojas
de esta noche
que ha de durarnos
toda la vida.
Hay en el poema
ResponderEliminaresas caricias tiernas
del amor
Un saludo desde Medellín
Precioso, Mabel.
ResponderEliminar"La nada de tu ausencia".
Me ha encantado.