Sobre la montaña
donde cielo parece caer
en brazos de la bruma blanca
sentada sobre mi propia fatiga
me pierdo una vez más en el infinito
de las preguntas sin respuesta.
El tiempo acaricia mis horas
frente a un tablero de ajedrez
del que apenas conozco el juego.
¡Jaque a la vida!
Y me dejo tragar por la bruma
saltando a sus brazos
desde la peña de mi propia pérdida
en el complejo juego.
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