No eran los números del calendario
ni las letras de los días
eran los poemas vertidos a modo de puente
entre tu mar y el mío,quienes los unían
dejando que se besaran.
Por un tiempo jugamos a
sabernos lejos, sintiéndonos cerca
y ganamos las dos
aunque perdimos tantos besos
tantas palabras, tantas miradas.
Pero no importa el agua que la lluvia pierde
importa aquella que humedece la tierra
dando fruto cuando la besa el sol
y la música del aire baila con su simiente.
No, el calendario sigue ahí
pegado a esa pared mientras yo
cierro los ojos guardando mis miradas
en la maleta para no perder ni una más
sin verte.
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