el miedo llega
maleta en mano
buscando hotel.
Una habitación sencilla
con cama individual
una ventana a la calle
una cortina
para parar la luz
esa en la que
siempre tiembla
el neón
que anuncia
plaza libre de garaje
Toma el libro
y firma
en el registro de entrada
con un cierto temblor
instalado en
el inicio de la rubrica
y el conserje
le da una llave
lamida por el tiempo
las manos y el uso
con un número
en relieve.
A veces
la lluvia anuncia
su llegada
un suave sonido
el freno de un taxi
la apertura de una puerta
un portazo seco
el ruido del motor
y unos pasos húmedos
recorriendo
el salón de las mejillas
carentes de paraguas.
Nunca sabemos
que viene a hacer
ni en que momento
ni cuando
ni con qué objeto
se instala en nuestro hotel
sabemos
eso si
su nombre
aguantamos la respiración
al verle dejar el sombrero
sobre el mostrador
llamar al conserje
pidiendo una habitación
sencilla con cama individual
vistas al neón del parking
donde no tenemos coche
ni plaza para aparcarlo.
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