una cama con sábanas
marrones y rojas
tres cojines
dos fotos
en la mesilla de noche
de las mujeres que amo
y un desorden
junto a mi ordenador
que pide el descanso
que no le otorgo.
Tengo una musa loca
minúscula
que se mofa de mi
que fotografía mi aspecto
revolcándose de risa
incapaz de hilvanar
un poema erótico
mientras me mira.
Tengo una habitación
con la cama deshecha
con recuerdos de giros
y gemidos
lejanos al placer de
estar con ella
de besarla
tocarla
llenos de un dolor físico
pendiente del Ibuprofeno
que no me tomo
porque espero verla
o escuchar su voz
para que haciéndolo
no me duela.
Tengo dos muletas
dos bastones
que no uso
un taburete
dos sillas con ruedas
y mi amor propio
contagiado
de la risa de mi musa.
Tengo
dos llamadas perdidas
cuatro amigas preocupadas
siete libros empezados
y las ganas de leer
enredadas entre las recetas
de la imaginación
de cómo demonios
voy a hacer para ducharme...
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