Brinca y salta
sobre los prados
eleva sus patas y
pega con fuerza
al verde de
las hierbas
hijas de la noche
bajo las
potentes pezuñas
de la rabia.
Crines al aire
galopan los
jinetes del averno
asustando a las
abubillas que alzan el vuelo
inesperadamente
soltando a los gusanos
prendidos en los
agudos picos.
Saltan troncos caidos
elevan sus ancas
prestandolas al viento
y forman imagenes
de preciosas danzas
no bailadas por el hombre.
Caballos del infierno
arrogantes y bellos
conductores del
carro de Luzbel
despreciativos seres
de la debilidad humana
ególatras de la propia
majestuosidad de sus cuerpos.
Nadie como vosotros
de la belleza hijos
nadie en danza singular
dejó abiertas las bocas
donde la admiración
hizo nidos de asombro
apareando fuerza y belleza
el romper del trote sobre las olas.
La majestuosa forma
de un galope
al aire negra imagen
de un demonio
hecho alazán
de pura raza arabe
amando a las huries
rompientes blancas
sobre las marismas andaluzas.
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