en su desnudez plena
haciendo el amor
con el mismo Eros
ella
brillaba cual luna
sobre el manto
del propio placer
Velos traslucidos
iniciaban a los ojos
en el suspirar por la belleza
libre de museos
ajena a las miradas
de los ojos mecánicos
de las cámaras reflex.
Allí las voces quedaron mudas
las gaviotas ralentizaron
el vuelo y las olas
enredaron sus crestas
en un baile de erotismos
insólitos.
Tumbada en la cama
tomó la vida a solas
sobre el cuerpo del placer
consigo misma
y una imagen desconocida
de la que musitaba el nombre
gimiéndolo acompasadamente
"amor...amor mío".
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