Gramo de locura
minúscula partícula
defendiéndose a codazos
contra las razones
tan razonadas como necias.
Gramo imperceptible
que se acuesta en el iris
de mi ojo izquierdo
bajando en tobogán
frente a la mirada sorprendida
del poseedor de la razón
comprada en la esquina
a un top manta divertido
cuadratura de un círculo
que nadie ha cuadrado.
Entramos en la taberna
donde recita un amigo
dueño de un castillo demolido
del que guarda una piedra
con el sello de la comunidad
económica europea
-pero con mayúsculas-
un canario que no canta
una novia que no le ama
y tres poemas, tres
que ha intentado denunciar
pero no le han dejado.
Tienen un precioso inicio
los tres
comienzan con este verso
“Puedo escribir los versos
más triste esta noche...”
y terminan con
“Aquel hijo de...me los ha plagiado”.
Aplaudimos
la ironía imaginada
pues el ignora
que ironiza
sacamos la demencia
del vaso donde nada
en esa nada de
la imaginación que muchos
creen innecesaria
y tendemos al sol de la noche
los llantos del abandono
del que no puede vivir
sin aquel amor
del que con su amor
le sería imposible vivir.
Vemos amanecer
saltando sobre los charcos
donde la luna se refleja
hartos de ella
gritamos...
¡¡Muere maldita!!
frente a un guardia
que ya ni caso hace
a nuestro vulgar y falto
de marketing
gramo de locura.
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