No se que soy
tal vez
llanto dentro de mi misma
temblor lleno de un dolor
que sin ser mío
me pertenece.
Acuno mis terrores
y se que dejaré de hacerlo
cuando la pena duerma
dentro de mi alma
y la deje en la cama
de mi olvido.
Y me rebelo
trato de hurgarme
gritándome
mi propia responsabilidad
aún sabiendo que
no puedo asumir tanto dolor
cierro las ventanas
para no ver
la tormenta de locos
ensartando con rayos
las nubes blancas
de este cielo monstruoso.
No se si enterrarme
en el polvo
del ala de una mariposa
si lanzarme al río
y ser piedra estática
en su fondo
o gritar con rabia
al paso de un tren
bajo las vías de mi fustración.
La impotencia me pone
grilletes en las manos
y me siento presa
de mi incapacidad
muda de tanto chillar
en un mundo de sordos
al que también pertenezco.
No se que soy
posiblemente nada
encerrada en un envase
desechable
al lado de un
contenedor de reciclaje
en medio del desierto
frente al viento del Simún
de la indiferencia.
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