Dime que las estrellas se han ido
por no ver como brillan
tus ojos cuando me miras.
Los dioses caminan hacia el océano del universo azul
dejándonos espacio para amarnos.
Muerdo las ataduras de rayos de luna
que te suspenden sobre el mar
de mi fuego.
Dime que no me amas
arañaré la montaña para sacarle
las entrañas que tú me vacías
¡demonio de mi carne...!
Rasgo el velo de la noche
con las esquirlas rojas
de ese deseo que alborota las olas
rompiendo las rocas con la espuma
de mis ansias.
No, no te escondas en mi profundidad
no está allí la niña que buscas
he dado permiso a mi ternura
porque arde mi sangre
y mis ojos lanzan llamas sobre tu piel
y grito, y sangro herida.
Ven, corre, salta por mis rocas
lánzate y muere en mí
renaciendo mujer, hembra
presencia creadora.
Y si no soy capaz de enloquecerte
que me quiten esta sangre
y me aten a esta locura con las letras
de tu nombre ardiendo sobre mi pecho.
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