No quise marcharme del todo
dejé el tiempo de mi otoño
que ella hizo primavera, bajo una baldosa
escondido de mi misma
Jugué a matarlo en lugar de perderlo.
Los días, dejaron de pasar al amanecer
haciéndolo de puntillas, en la oscuridad de la noche.
Me olvidé de ellos, como se olvidan
los periódicos de ayer
las noticias que dejaron de serlo
los pantalones cortos del adolescente
las trenzas de la muchacha
que se hizo mujer
sin que el padre lo percibiese
con la sonrisa cómplice de la madre.
No miré el calendario
al bajarme del avión
sentí el vacío de mi tiempo
escondido bajo una baldosa
llené mis pulmones
de pesadas inspiraciones
llorando hacia dentro para
no salir volando como un globo
cargado con el helio
de su ausencia y mi vacío.
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