Me siento a esperarme
en un recuerdo que compartí con ella.
Entumecida, casi adormilada
veo pasar las horas
contando hojas doradas
que un árbol deja caer
para alfombrar el suelo otoñal de su casa.
De tanto verme
el tiempo a venido a saludarme
se ha sentado un rato a mi lado
y parando el mundo un segundo
generosamente ha charlado conmigo.
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