No era la distancia
ni la palabra
no nos separaba nada
el espacio
sabia de nosotras
y el camino
se abrió por entre las nebulosas
para hacernos
un lecho iluminado por estrellas.
No nos amamos más
cuando su piel y la mía
se llamaron al oído
de un centímetro escaso
nos amamos como siempre
aunque de otra manera.
Supimos entonces
como ahora
que amarnos
ha sido y es
un verbo que nos dominó
y domina
desde que el destino nos vio
y decidió unirnos.
Allí y entonces
aquí y ahora
su voz me arrulla y me acaricia
sus ojos me envuelven
nuestros cuerpos se dan
y no hay distancia
que no atraviesen
sus palabras y las mías
ni besos que dejen de alcanzarnos.
Decimos
que somos dos
amando la vida al amarnos
mirando el mismo cielo cotidiano
contándonos el hacer
de la mañana
tarde o noche.
Que no hay kilómetros
cuando nos ocupamos
del dolor de cabeza
del apagón de luz
de las realidades
los problemas
las dudas y esos sueños
de los que hablamos
abrazadas viendo entrar
el día sonriéndonos
en nuestra cama
con distancia
sin distancia.
mabel escribano
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