Tiembla en mi corazón
tu noche de silencio
y una angustia
hace vacilar mis manos
abriendo la compuerta
de este rio
camino de tu huerto.
¡Ay de tu agua, amor!
Que no quiero ahogarte
siembra de mi vida
que tiemblan mis manos
de no tenerte
habiendo estado
de tu tierra impregnadas.
¡Ay de mi sed, amor !
Que sin ti
tan sólo esparto
seco erial
yerma tierra
donde por no crecer
ni el llanto.
mabel escribano
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