Después viene la noche
raso y satén
disfrazada de ti
intentando ser tu
sin serlo.
Quiere seducirme
envolviéndome
en sus brazos
con el tacto de tu piel
que no es la tuya.
Toma aliento
del sonido del mar
y me habla
como tu me hablas
me besa como lo haces tu
y siento el mar de tu cuerpo
batiendo las rocas de mis muslos.
Jadean mis pulmones
tanto deseo
tanto amor
tanta ternura
que hay un ahogo
elevándose al infinito
del placer de tenernos
entre el fuego y el hielo.
Y envuelta en el sudor
del acto de amarnos
te tapo con mi risa
llena de tiernas ironías
hasta que el amancer
me despierta sin ti
temblanco de frio.
mabel escribano
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