me niego quedarme sin aliento, a perder mi dignidad -si es que me queda-
a servir de chanza a los del tedio.
No corro por no caer donde siempre he caído,
por no estar sola en incierta compañía...
por no preguntarme y preguntar
a donde va, quien no está conmigo.
Y por no querer correr,
por sentarme a descansar,
en la cálida mirada del amigo, ni niego ni me escondo, sencillamente vivo.
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