En mi duermen los sueños
que no pude dar a mi alma.
tan pobre que sólo tenía hambre
de conocer una caricia.
En la casa sin tejado del desprecio,
siempre llovían historias incumplidas
de esas que cantan en los blues tristes y rotas.
Muchas veces,
escribí cartas a las hadas,
en las que ya no creo,
pidiéndoles un milagro con una
cenicienta a la que amar.
Las cartas que escribí
nunca llegaron a Correos
censuraron mi amor y tacharon mis versos.
En mi corazón guardo un papel
sólo tiene un nombre,
el que tú escribiste con una letra trémula....
quiero creer que sigue estando ahí, en tu mente....
el nombre...mi nombre.
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