En alguna parte de mis manos
se han quedado
las notas de
ese piano que
repetía el sonido
de la partitura de tu cuerpo.
El sabor de tu boca
me ha hecho olvidar
todos los licores
que he bebido
porque
nada me ha dado un placer
como el de tus labios.
En alguna parte de mi cuerpo
queda el lento movimiento
que acompasamos juntas
ejecutando la danza sin velos
en la noche de cielo rojo.
Recuerdo que
el viento susurraba
en los cristales
una música
entre jazz y blues
mientras
se encontraban
tu piel y la mía
perladas de sudor
locas del ritmo
de un bajo
tocado suavemente
con dedos expertos
y la fuerza de
un saxo
al ritmo de ambas.
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