LABERINTO

Me he metido en el laberinto
donde mi amor se duele
y acompañada del miedo
con el escudo de la prudencia
sabiendo que
siempre
habré de pagar un precio
he cerrado los ojos
apretado los dientes
sumergiéndome
en su dolor
sin pedirla permiso.

Y he visto calaveras
con ojos malvados
seres lacerados
por monstruosos enanos
con apariencia gigantesca
y han desgarrado mi piel
pero no han hecho más que
un trabajo impreciso
porque mi mal
no estaba en mi
acompañaba al suyo.

Perlas de sudor
han bañado mi frente
coronándola con risas
y cánticos invocando
al pánico
y he recordado a Ulises
con la mirada perdida buscando
en el horizonte
la línea de su Itaca
donde Penélope
seguía tejiendo
y destejiendo
los hilos dorados
de tiempo perdido
en el vacío de su amor.

Me he metido
en el oscuro baúl
de la desmemoriada
memoria
en el recuerdo ajeno
en las preguntas
sin respuestas
en el camino
donde se dan latigazos
al alma del niño
del adolescente
con verdades ajenas
con mentiras adornadas
con aguas sucias
estanques podridos
donde por no crecer
no crece ni la nada
de las memorias perdidas.

Me he metido
en su tormento
sangro sobre el cuerpo
que mi cuerpo ama
y corro siendo escudo
abollado
con el cansancio
en la mirada
el corazón agitado
y la conciencia del miedo
galopando sobre jinetes
reconocibles .

Escapar del laberinto
no mirar los ojos
del mal
acariciar su pelo
tomar sus manos
y sonreír
mascullando entre dientes
¡¡Ahora amor, corre...corre...corre!!

Sobre el césped
de la ternura
lamemos nuestras heridas
viendo arder el laberinto
encendido por el fuego
de nuestros besos.


Mabel Escribano
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