Pecaminosos senos
transparentes y
húmedas enaguas
pegadas a tu cuerpo.
Segunda piel
aún más sensual que la primera
me llamas
me imperas
me obligas
tomas mis manos
poniéndolas
sobre tus pechos
que se agitan
al tacto de mis dedos.
Y yo muero de no morir
acariciando tus pezones
poniéndolos erectos
sintiendo como esperan
hacer que mis labios
queden arrobados
entreabiertos.
Tan sólo lo justo
lo preciso
para tomar el punto
con la lengua
dándole el movimiento
que gira y rota
molino sin harina
rueda sin agua
con el polvo que
ha quedado en la memoria.
Giro sobre mi
me inclino y busco
sintiendo la amorosa mano
acariciándome la cabeza
y nuevamente anhelo
pido la leche tibia
que amamante la esperanza
de no estar perdida
en un lugar sin nombre
donde el placer
haya sido asesinado
por aquellos que
al no conocerlo
tuvieron miedo y lo mataron.
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