Me ha dejado sola
la dama de plata
cerrando con un trueno
la puerta de su reclamo.
La he visto ducharse
con la procacidad
de una entrenada meretriz
intentando jugar
con el rocío de mi deseo
que no ha despertado
con el suyo.
Intentando
secar su belleza con la
toalla de mi cuerpo
que rechazaba el suyo.
Pelo negro
caracoles de
nube tormentosas
soltando gotas
que gritaban su marcha
antes de caer
sobre mi cuerpo
ansioso de
una húmeda presencia.
que nunca fue la suya.
Me ha dejado sola
con las velas del placer
tintineando en
sus últimos estertores
y he aplanado mi cuerpo
contra el colchón
de la imagen de la mujer
que amo buscándola en
los resquicios de mi piel
en los pliegues de mis labios
almohadón de los suyos.
Me ha dejado sola
la dama de plata
enfundada en su negra capa
dándole un portazo
al desaire de mi deseo
al comprobar
que no podía amarla
que no podía abrazarla
porque en mis brazos
estaba ella
siempre ella
mi amor por ella.
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