Que no me atas tu
que me aferro yo
a este sentimiento mío
a este querer quererte
a este desear tanto deseo
como en mi cabe.
Que no eres tú mi carcelera
ni tus brazos mi cárcel
ni tu cuerpo mi herida
que me dueles en el amor
más que en la carne...
en la sed de ti
alimento de mi vida.
Que no eres tú
que es mi corazón
prendido en alfileres
a tu alma
embastado a ti
sedal y anzuelo
clavados con gusto
en las agallas
internas de
mi propia carne.
Mabel Escribano
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