Cuando el dulce engarce
del collar de la melancolía
tomó mis lágrimas
haciendo de pañuelo
el hueco de mis manos
las elevé sobre mi cabeza
llamando a un dios que
desconocía el tono de mi voz.
Se me olvidó pedir en un idioma
que precisaba de sangre de un inocente
o un falso arrepentimiento.
Cuando mi nostalgia se desesperó
rompiendo el collar que había generado.
mi llanto se transformó en rabia
y en la nebulosa de mi dolor
vi rodar sus blancas perlas por el suelo
manchadas del barro de la desesperación.
Mabel Escribano
Derechos Reservado
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