Nadie me ha dicho
a que especie pertenezco
me he acercado a los árboles
sintiéndome rama
ellos han sonreído y me han abrazado
acogiendo mi frío
arropándome con cariño.
He metido mis pies en el azul de este mar
confidente de mis penas y mis añoranzas
y apartando su espuma
me ha acariciado suavemente
depositándome en la arena dorada
de su cariño.
Corriendo por las veredas
encuentro cañaverales junto al río
su agua refresca mis pies doloridos
suaves piedras me han dado masajes
las truchas me han mirado
como a un pez mas
de dimensiones extrañas.
Nadie me ha dicho que
no soy hija de un viento
que me mueve haciéndome de cuna
en esta tristeza de
no saber a quien o de quien.
Me toman las nubes
absorben mi llanto
haciéndolo lluvia
el rayo ilumina en esta ceguera
que me agoniza de soledades
cuando quiero abrazarme a los míos
dar este calor que me quema
como un volcán precisando
soltar el magma .
Frente al acantilado miro
ese sol que me llama
tal vez pueda quemarme
si salto a sus brazos
Las rocas en el fondo
abren sus picos a dos pelícanos
que ya no saben pescar.
La espiral de mi vértigo me empuja y lanza
haciéndome volar sobre el sol hacia el infinito
gritando
¡A mí misma. Soy mía!
Mabel Escribano
Derechos Reservados
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