Ella daba vueltas
reía y lloraba al tiempo
mirando sus ropas destrozadas
sin saber que le había sucedido.
Tenía la sensación de no estar en su sitio
de hecho, no sabía en que lugar estaba.
Las calles la miraban con la misma sorpresa
que ella escudriñaba las aceras
los escaparates llenos de hermosos trajes
elegantes caballeros de cartón piedra
damas de cera iluminadas como estrellas
maniquíes de lujo guiñándose los ojos
los unos a los otros mirándola
con con la altanería de quien
se cree elegante y correctamente vestido.
Murmuraban acosándola
llevándola contra la pared
de sus miradas degradantes.
Se rió el cielo con ella
tembló la chusma el silencio roto
por su carcajada.
Irguiéndose como una diosa sobre
un cajón desvencijado
se desprendió lentamente
de sus harapos.
Fascinados por tanta belleza
olvidaron egoístamente
cubrir la desnudez de su locura.
Mabel Escribano
Derechos Reservados
Imagen: Erick Kellerman
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