Cuando despega la noche
hay un silencio en el cielo que
me hace oír el sonido de
las pulsaciones de mis sienes.
Entonces se que estoy sola
frente a un inmenso poder
una mano que sujeta este planeta
la hoja donde duerme esa mosca
el mar que miro y me conoce
el árbol en el que apoyo mi espalda.
Maldigo mi mente
cansada de tanto no saber
harta de preguntar para no hacer otra cosa
que estar aquí
viendo despegar la noche
una y otra vez hasta que finalmente
la noche me extrañe
deje de verme
echándome de menos
y observe el árbol conocido
sin espalda apoyada contra su tronco
sabiendo así que
la mañana se quedó mirándome y yo
no pude devolverle la mirada
porque aquel inmenso poder que
todo lo sujeta
se olvidó o se aburrió de mi
decidiendo soltarme.
Mabel Escribano
Derechos Reservados
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