El tiempo corre
sin dar alcance al minutero
amo y vasallo.
No han caído las hojas del árbol
que tapa mi balcón.
una baja agonizando en
la cadencia erótica de
su último baile con el viento.
Me mira insolente sonriéndome
en la caída.
Sabe que el tronco
permanecerá más tiempo que yo
recibiendo la lluvia de este cielo que
me mira sin verme
desconociendo mis pasos
junto a la hormiga
asombrada de verla cargar
un grano de trigo
mayor que ella misma
sin distraerse
por mi enorme presencia.
Nada cambia
salvo yo misma
que regreso del largo viaje
de casa a casa
a mi propia estación.
Casi vacía la maleta
con la vida en un libro
sin terminar de leer
por cansancio.
Desprovista del orgullo
que abandoné
junto a la hormiga.
Llevo en la mano
la factura del trayecto
y en el bolsillo
la vergüenza exagerada
de mis deudas con la vida.
Mabel Escribano
Derechos Registrados
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